Nunca dejes de perseguir tus sueños de juventud

Mi pequeño tributo y admiración a Herman Melville y su ballena Moby-Dick

Tiernas palomas alzan el vuelo,

en busca a destinos aún no imaginados.

Van siguiendo el desconocido destello que luces de estrellas lejanas, separan la oscuridad del universo que habitan.

El camino que un día iniciaste bajo la protección del pecho materno, te deja ahora suspendido a medio camino, en la oscuridad de Escorpio, entre Aries y Piscis.

Negros nubarrones presagian tormentas que animan las almas a guarecer su espíritu, lejos del frío que emana lo desconocido.

Aunque el yunque ruja en la fragua bajo el ritmo acompasado del tañidor de pavesas en los débiles cuerpos, siempre habrá aleaciones inamoldables por las manos vasallas del herrero.

Cuando el miedo paralice tu alma, cuando se evapore el espíritu que anima a tus huesos, recuerda que un día iniciaste el camino persiguiendo estrellas, que aunque lejanas continúan iluminando el firmamento.

No dejes que el hombre abandone el cuerpo, antes que este abandone al hombre. Porque ambos iniciaron juntos un viaje hacia lo desconocido y juntos forjaron su sueño. Persiguiendo luces que un día vislumbraron su entendimiento.

¿Quién es? ¿Afrodita?¿Prometeo?¿Ulises?¿Venus?¿Hércules, acaso?

No. Aunque sea el maligno el que ilumine el  fatal desenlace, con la determinación del Capitán Ajab, fijaremos el rumbo y sólo así, a toda vela, surcaremos la inmensidad del mare ignoto para alcanzar la única verdad volviendo la vista atrás, hacia la estela de nuestro camino.