Talento

La mente se agarraba con fuerza a su última esperanza de no precipitarse al vacío. Una rotura de presa de pies le había desequilibrado, desplazando  su cuerpo como una bandera hacia el lado opuesto de la línea que tantas veces había escalado con cuerda. Pero ahora iba sin cuerda progresando en armonía con la roca y con sus pensamientos, abstraído del mundo. Situado en una zona de si mismo tan profunda como desconocida, a la que sólo podía muy de vez en cuando llegar cuando todos los astros que configuraban su vida tenían la alineación adecuada. Tal vez por eso exploraba esa zona límite en la que la vida cobra un significado especial…

A pesar de lo imprevisto de la situación, más de una vez había pensado en que esa posibilidad se produjera durante una de sus escaladas en solitario. Sabía que llegado el caso sólo lo salvaría la suerte y el talento. Aunque sonaba estúpido dejar la vida en manos de de algo tan impreciso como la suerte y el talento, era eso lo que realmente significaba el acercarse al límite. Donde simplemente ser bueno, no bastaba. Donde el miedo a morir te podía acabar matando.

Su brazo izquierdo se le había congestionado por el sobreesfuerzo de aguantar la bandera que había hecho su cuerpo para evitar la caída. Para más inri, al girarse el orden de las manos y pies con que tenía que resolver la secuencia de movimientos que tenía para salir del desplome se había  invertido. Por lo tanto estaba en una situación tan crítica como desconocida.

Respiró tan profundamente como pudo para intentar bajar las pulsaciones a las que se le había puesto el corazón y de esa manera descongestionar en parte su antebrazo izquierdo. Ironías de la vida precisamente era ese y no el derecho el que acababa de recuperar de una contractura profunda en el supraespinoso. La presa de la que pendía no era especialmente pequeña pero el sobreesfuerzo con el que se había asido para evitar la caída había encendido la luz roja de su depósito de energía. Mientras respiraba intentó interpretar la secuencia correcta de movimientos para superar el desplome. Toda su mente, todo su mundo, todo el tiempo pasado y futuro se concentró en el instante que estaba viviendo.

Juntó manos, soltó un poco el antebrazo izquierdo palmeteando la mano contra su pierna izquierda, antes de iniciar el paso. Volvió a juntar manos, giró su cuerpo a la vez que traccionaba fuertemente ambos brazos, para con el reverso del pie derecho aguantar una invertida que antes había utilizado de tríceps. Al tiempo que alcanzó la máxima tracción estiró el brazo derecho para alcanzar lo que intuía como una regleta, pero que resultó ser un romo demasiado pequeño.

Todo fue muy rápido. La majestuosidad del paisaje estaba a la altura del dramátismo  en el que un cuerpo en aceleración lineal descendía en pocos segundos los trescientos metros que lo separaban del suelo. No sintió dolor alguno. Incluso, mientras caía tuvo tiempo para soltar una sonrisa irónica porque sabía que  a pesar de todo su talento, de que no había cometido errores, le había fallado la suerte que tantas otras veces le había sonreído.

Necesitamos gente con talento y con conciencia, en contra de quienes hoy rigen,  en parte, el destino de nuestras vidas; que no es que les falte talento sino conciencia social.

Buenas Fiestas amigos (...y mis mejores deseos para el año que viene).

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